Por estos días la tecnología esta atravesando una etapa muy interesante. Por un lado presenciamos como algunos fabricantes de tecnología consiguen crear una tendencia exitosa haciendo que sus competidores sigan caminos que ellos han marcado, pero también podemos ver casos donde, al contrario, algunos sectores del mercado proponen una ruptura abrupta entre lo que es mejor para unas compañías y lo que defienden otras, colocando en el mercado productos que defienden estrategias bien diferenciadas.
Un ejemplo claro es la guerra de los megapíxeles y la tendencia enfrentada por la que están optando los fabricantes de smartphones y cámaras fotográficas. Como ya sabemos la mayoría de las empresas se encuentran decididos a ofrecer productos con mayor resolución, mientras que otros apuestan por colocar en el mercado soluciones con menos megapíxeles, pero, según ellos mismos, con mejor calidad de imagen.
Basta seguir la evolución que ha experimentado el mercado de los smartphones durante los últimos tres años para darse cuenta de que algunos fabricantes apuestan por teléfonos con muchos megapíxeles, como es el caso del Lumia 1020 y el 808 PureView de Nokia, alcanzando los 41 megapíxeles. Otros, como LG y Samsung defienden una posición más conservadora, lo que ha provocado que apuesten por sensores (también llamados captadores) entre los 13 y los 16 megapíxeles. Por otro lado tenemos compañías que prefieren equipar sus smartphones con sensores con menos megapíxeles, como Apple cuyo iPhone 5s tiene una cámara trasera de 8 megapíxeles y sobre todo HTC con su modelo One, tope de gama, con sensor de solo 4 megapíxeles, aunque con mas cantidad de fotodiodos.
Todos los fabricantes tienen argumentos para defender su elección. Los que se decantan por un sensor con muchos megapíxeles, y los que prefieren uno con menos resolución pero fotodiodos de mayor tamaño. Y es que ambas estrategias tienen ventajas, pero también inconvenientes. Pocos megapíxeles y fotodiodos de gran tamaño suelen proporcionarnos una mayor capacidad de capturar luz, y, por lo tanto, una mayor calidad de imagen global. Y muchos megapíxeles y fotodiodos más pequeños suelen ofrecernos una menor sensibilidad nativa, y, por lo tanto, también una habilidad inferior a la hora de capturar la luz. Pero, a cambio, obtenemos un nivel de detalle mayor y podemos imprimir nuestras fotografías en soportes de gran tamaño sin arruinar su calidad.
Es importante saber que más cantidad de píxeles no significan mejores fotografías. Claro que en definitiva queda en el usuario elegir qué tipo de cámara se amolda mejor a sus necesidades.